
Noche calurosa de verano (Part 1).
Llegamos al hotel al mediodía de un caluroso día. En recepción nos informan que debemos esperar unos 10 ó 15 minutos para que terminen de preparar la habitación, es lo que tiene pedir habitaciones altas y con cama grande.
Nos indican que ya podemos subir a la habitación y me dispongo a deshacer las maletas mientras mi marido examina el baño, la habitación…, es casi un ritual. Me llama sorprendido para decirme que nuestra habitación tiene una puerta que comunica con otra contigua. La llave se la han dejado olvidada por nuestra parte y que va a “investigar”. Me comenta que es una habitación similar a la nuestra, pero con dos camas pequeñas y que aparentemente está recién abandonada, con armarios y cajones abiertos y vacíos.
Una vez nuestras cosas estuvieron colocadas y distribuidas a mi gusto, nos dispusimos a salir para dar un paseo por la ciudad así como para picotear alguna cosa y tomarnos una copa relajada por alguna terraza. Lo cierto es que la noche invitaba a seguir de copas, pero decidimos dejarlo para el día siguiente y darnos una buena refrescante ducha tras el día de viaje.
Ya en la habitación del hotel, con toda normalidad, me duché yo primero, sintiendo el agua tibia por mi cuerpo y los pies cansados de los zapatos agradecían cada gota de agua. El frescor del pelo mojado, la piel con sus cremas y aceites, me sentía rejuvenecida de nuevo.
Opté por esperar a mi marido tumbada en la cama, con los ojos cerrados, disfrutando de este frescor e imaginándomelo a él en la ducha, con el agua recorriendo su cuerpo y ese miembro tan hermoso que tiene la capacidad de atraer sigilosamente mi mirada en cada ocasión que lo veo, me siento excitada por las sensaciones del viaje, vacaciones, esta ciudad, el calor, la ducha…
Noto que mi marido se acerca a hurtadillas para besarme con los labios secos y cerrados mis labios, para desplazarse así por mi mentón hasta detrás de la oreja. Me estremezco. Repite la misma llegando hasta el otro oído, para llegar al cuello. Se me eriza la piel cuando comienza a desplazarse por mi canalillo con el roce de sus labios, mientras sus dedos rozan imperceptiblemente mis palmas de la mano, las muñecas, antebrazo, brazo lo hace por el interior hasta casi la axila y hombros. Parecía yo un puerco espín! toda erizada!!! Desde allí, me besaba-rozaba los pechos rodeándolos hasta llegar a las aureolas, y cuando llegaba a los pezones, los tenía duros, erectos. Llamando a esos labios, para que los besase. Él lo hacía, con sus labios secos, los mordía y apretaba….
Noté algo raro cerca de la puerta que comunicaba las dos habitaciones, pero estaba tan absorta que no hice caso. Estaba concentrada en sentir las caricias de mi marido por toda mi piel. Él continuó bajando por el canalizo rumbo al ombligo, acompañando con sus dedos en ambos lados de mi cuerpo hasta las caderas.
Entre abrí los ojos y la vi. Una mujer en bata de raso de color hueso medio abierta. Estaba apoyada en la puerta, bajo el dintel. Estaba acariciando sus senos mientras nos observaba. Su habitación está en penumbra, como iluminada solamente por la luz de una mesilla de noche. Veía su contorno…., pero cerré los ojos cuando mi marido jugaba con sus dedos dibujando mis caderas y sus labios llegaban al monte de Venus. Incorporé mis caderas para invitarlo a que me besara el clítoris. Pero él amagó y se deslizó a una rodilla para ir ascendiendo por el interior del muslo con tan sólo el roce de sus labios. Llegó hasta la comisura de la pierna y mi vulva. Pensé que de ésta, sentiría sus labios en mis húmedos labios exteriores. Pero él se limitó a rozarme y besarme ese trocito de ingle. Mi cuerpo entero lo acompañaba. Estaba húmeda, deseosa, exitada…. Él, amagó, subió al monte de Venus, lo rodeó, rozó mi vello y se desplazó de nuevo a la otra rodilla. Araño y agarro fuertemente las sábanas.
En la excitación, el deseo irrefrenable a que me besara, comiera, follara, su pene súper erecto, duro y grande, me roza cuando él se mueve por mi cuerpo. Lo quiero besar, lamer, chupar, ponerlo entre mis pechos, introducírmelo…. su enrome sexo….. Pero por otra parte, se encontraba mi deseo a que siguiera besándome, rozándome, acariciándome, erizándome…., una guerra de sentimientos y sensaciones humedeciéndome más y más.
Entre abro los ojos y la veo a ella. Estaba totalmente desnuda al pie de nuestra cama. Se está rozando los pechos con una mano y con la otra, con un sólo dedo, jugando suavemente con el escaso vello y la rajita de su sexo, de arriba a bajo.
Aprieto más fuerte las sábanas en el asombro. No soy capaz de articular palabra. No sé si es por la sorpresa en sí, si se me antojaba excitante el momento, por la excitación a la que me sometía mi marido, pero no fui capaz de decir absolutamente nada. Mi marido entiende que es por la excitación a la que me está llevando, aprieto y araño con más intensidad las sábanas. Hace caso omiso y sigue con sus caricias y roce de labios, llegando a los míos. Me huele, me siente…. Ahora percibo cómo su nariz se abre paso entre mis labios seguido de una cálida y húmeda lengua.
Mapy